dimarts, 8 de maig del 2018

PATERNIDAD Y MATERNIDAD CONSCIENTE

“¿Qué he hecho yo para mejorar como padre/madre?”
Quizá una buena reflexión para comenzar este artículo.

La Paternidad Consciente, o Slow Parenting, es un concepto y un estilo de paternidad acuñado por una enfermera de origen canadiense y de nombre Jean Alice Rowcliffe.

La paternidad consciente se enmarca dentro del movimiento “Slow” (lento), que pretende alertar de los peligros de un contexto social y cultural cada vez más hostil y vertiginoso, abocado a lo efímero, al exceso y a lo superficial; a los resultados por encima de los procesos.

Dicho movimiento promueve una revisión de nuestras prácticas y de nuestra manera de enfocar la vida. De esta manera, se pretende que también la paternidad/maternidad se beneficie de estos nuevos preceptos, y que el cuidado y la crianza de nuestros/as pequeñas se ajusten mejor a lo que necesitan, rebajando nuestro ritmo y poniendo más presencia en dicha labor.

Tomar verdadera consciencia de la enorme (aunque maravillosa) responsabilidad que conlleva la paternidad y la maternidad, nos hará, invariablemente, tomar el camino hacia una más natural, respetuosa, responsable, crítica, positiva y, por qué no, ¡revolucionaria!

Hace ahora ya más de un siglo que Sigmund Freud descubría al mundo el inconsciente como base de las emociones y del pensamiento humanos, centrándose en el individuo aisladamente. Cincuenta años después, otro psicoanalista, John Bowlby, descubría y añadía que la interacción, el vínculo y el apego entre infantes y sus padres y madres tenían un peso inconmensurable en el devenir psicológico de los más pequeños/as. El autor lograba así que, por vez primera, se pusiera un especial énfasis en el componente “relacional” y “de cuidado” entre padres e hijos en la formación de las emociones y de la personalidad. De ahí la importancia de reflexionar sobre la calidad de nuestra labor como padres y madres. Y parece que, en un contexto social tan “abrumador” como el que estamos viviendo actualmente, se exigen precisamente replanteamientos sobre el hecho de ser padres y madres en la linea que propone Rowcliffe y este movimiento.

La paternidad consciente se enmarca perfectamente dentro de un movimiento más genérico como es el relacionado con la “crianza natural”, o respetuosa, o con apego (u otros apellidos), y que alzan como principal estandarte el recuperar los instintos maternales y paternales más humanos y más propios de la especie y de su evolución.

Slow, o lentitud, en el marco que nos ocupa, tiene que ver con rebajar el ritmo de nuestra vida y de las interacciones con nuestros hijos e hijas; con valorar y aprovechar cada momento que pasamos junto a ellos. Pero también tiene un alto componente de concienciación personal y de grupo. Así, el rol parental ha de reconsiderar ciertas actitudes ligadas al contexto social actual en esta nueva era de globalización pero también de deshumanización alarmante.

Desde el punto de vista pedagógico, la paternidad consciente apuesta por un modelo activo y libre de la educación de los niños y niñas. Un modelo que dota al niño/a de una mayor capacidad de decisión, otorgándole un papel más activo, responsable y crítico en su proceso de aprendizaje, a la vez que se ajusta mejor a su desarrollo madurativo individual.

Como sostenía la pedagoga Rebeca Wild, recientemente fallecida, los niños necesitan básicamente un ambiente “relajado” para garantizar el descubrimiento y el aprendizaje, y somos los padres y madres (como también profesionales de la educación) los que hemos de poder garantizar ese tipo de ambiente a nuestros hijos: un ambiente sosegado, sin prisas y sin presiones inútiles.

Este nuevo paradigma educativo basa también gran parte de sus ideas en la estrecha vinculación entre los conceptos (antagónicos pero complementarios) de la libertad y de los límites. La paternidad consciente, en este sentido, apuesta por dotar a los niños y niñas de gran libertad de movimiento, de acción y de pensamiento pero dentro, eso sí, de un marco de límites claros, de seguridad y de respeto; de límites cariñosos a la vez que firmes.

El ser padre/madre consciente en la actualidad nos compromete en nuestra propia reeducación personal, invitándonos a realizar una mirada interna para reconocer y comprobar nuestros propios cimientos, nuestra propia historia como hijos o hijas, nuestras potencialidades y nuestras flaquezas.

La paternidad consciente apuesta así por el sentir, por la enriquecedora transformación personal que puede llegarse a experimentar al ser madre o padre.

Decálogo de la Paternidad/Maternidad Consciente
Basado en “The Slow Parenting Movement”, por J. A. Rowcliffe

  1. Usemos menos la tecnología, sobre todo en contacto con nuestros hijos. Descubramos junto a ellos qué puede ofrecernos la naturaleza y qué podemos aprender de ella.
  2. Evitemos ser el “amigo/a de nuestros hijos”. Seamos sus padres/madres, por encima de todo. Reflexionemos y ajustemos nuestro rol materno/paterno.
  3. Observemos y disfrutemos el crecimiento y el desarrollo de nuestros/as hijos/as. Cada detalle de ese proceso puede ser revelador y maravilloso.
  4. Seamos los primeros y principales maestros de nuestros hijos. No obviemos nunca que nuestro papel como padres, nuestras palabras, pero sobre todo nuestros actos, tienen un peso pedagógico inmenso sobre ellos.
  5. Respetemos que el juego es el trabajo y cometido de nuestros hijos. A través del juego y de la actividad espontánea el niño aprende cuanto necesita.
  6. Hemos dado la vida a nuestros hijos, pero no nos convirtamos en sus vidas. No pretendamos controlar todo aquello que les ocurre, ni les evitemos sentir frustración.
  7. Reflexionemos acerca de la estrecha vinculación entre la libertad y los límites que ofrecemos a nuestros hijos, como nuevo paradigma pedagógico.
  8. Ajustemos un acompañamiento para nuestros hijos más lento, más sosegado, más paciente, más cercano, más ajustado. En definitiva, más consciente.
  9. Entendamos y respetemos que, como núcleo familiar, formamos parte de una tribu, de una comunidad y de una sociedad.
  10. Intentemos llevar junto a nuestros hijos una vida tranquila y plácida.

Artículo de Aitor Irayzoz Monera, Coordinador del Centre Obert Les Corts

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